
Es triste…
Que vuelvas a sacar del cajón de los recuerdos la camiseta del Milan.
Que entrés a cuanta página encuentras para demostrar una alegría que no es tuya.
Que mires hacia otro lado cuando el rojo sangre de la guerra entre barras es más importante que el de la banda que cruza tu camiseta.
Que sonrías cuando tenés un presidente que te convirtió en el Club Atlético Empresarios e Inversiones.
Que de tanto fijarte en Boca, te olvidaste de cuidar tu casa, la que realmente querés y la que te tendría que importar. Esa casa que de tanto perder prestigio se prendió fuego y de la que vos, ocupado en otra cosa, no hiciste nada por defender.
Orgullosamente hincha de Boca.
Los resultados cambian. El sentimiento no se termina.
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